Síndrome general de adaptación

El síndrome de estrés depende de varios factores y de su interrelación entre ellos, en primer lugar hace falta un agente estresor interno o externo lo suficientemente elevado como para que me exija una respuesta, en segundo lugar el estímulo habrá de ser percibido como una amenaza  desde el punto de vista subjetivo, que no tiene porque coincidir con una amenaza objetiva, puedo percibir como una amenaza un saltamontes, y para nadie más lo es, pero para el sujeto en cuestión es innegociable que un saltamontes es una amenaza. Y en tercer lugar se ha de carecer de los medios para hacer frente a la posible amenaza con soltura y comodidad.
Dependiendo de estos tres factores un determinado agente estresor podrá provocar respuestas de placer, incomodidad, ansiedad, miedo ó pánico.
Si el estimulo es efectivamente agresor y se mantiene en el tiempo el cuerpo pasará por las fases de alarma, resistencia y agotamiento. Produciendo en cada caso los efectos negativos que sobre el organismo tiene el exceso de estrés cuando este se mantiene en el tiempo más allá del propio nivel de adaptación.
El cuerpo responde frente a un peligró inminente en tres fases: alarma, adaptación y agotamiento.

FASE DE ALARMA
         Es un medio de defensa ante una amenaza inmediata y real, el cuerpo responde incluso sin que seamos conscientes de ello, y nos prepara para sortear el riesgo o enfrentarnos a él con todos las energías disponibles. De la reacción inmediata se encarga el sistema neuroendocrino por medio de la segregación de hormonas que aceleran el pulso, aumentan el ritmo respiratorio, y nos vuelven más excitables de forma que nuestra reacción pueda producirse  rápidamente. El cuerpo se prepara a velocidad de vértigo para la lucha o la huida, y se producirán los cambios internos que reducirán pérdidas en uno u otro caso. La lucha o la huida quemarán las energías y si todo salió bien, el cuerpo se recuperará con normalidad de este esfuerzo.
         Las catecolaminas activan todos los sistemas para que funcionen al límite, adecuándose a las necesidades de un escaso espacio de tiempo, el cortisol segregado colabora en la acción de recuperación aportando energía y produciendo efectos anti-inflamatorios.
         El inconveniente es que una reacción tan poderosa repetida multitud de veces por estresores menores, exige al cuerpo a someterse a una carga forzada no exenta de riesgos,  la adrenalina nos consume y la cortisona ataca al sistema inmunitario cuando reaccionamos de forma excesiva ante cualquier estresor.
FASE DE RESISTENCIA
Cuando la fase de alarma se repite, o se mantiene en el tiempo el cuerpo reacciona adaptándose al esfuerzo requerido, ya sea este la altura o vivir en un piso con vecinos ruidosos, si no puede hacerse nada para retornar al equilibrio orgánico original el cuerpo se adaptara, si ello es posible, aunque pagando un coste, una sobrecarga en el precio de la existencia, esta sobretasa se paga por haber sacado al cuerpo del equilibrio homeostático en que se encontraba tan a gusto, el cuerpo sigue funcionando pero no tan fino como antes. Podemos imaginar un coche el cual lleva siempre como extra un saco de 50 Kg., seguirá funcionando, se adapta, sus sistemas se acomodan al nuevo esfuerzo, su mecánica sufre un poco más, su motor sufre un poco más, su resistencia al aire es mas deficiente, etc., no podrá competir con otros coches de su categoría sin sobrepeso. Probablemente durará menos también.
         En el cuerpo humano los sistemas están mucho más íntimamente conectados que en un automóvil, muchos van a ser los efectos secundarios de una fase de alarma repetida, ya que además de afectar al funcionamiento ergonómico y energético del vehículo humano, la misma forma de percibir la vida será modificada, nuevas limitaciones se añaden a otras anteriores. Lo peor es que incluso esto puede llegar a suceder tan lentamente que casi no nos damos cuenta, o incluso lo consideremos normal, yo no noto el esfuerzo ya que todo lo hace el sistema nervioso autónomo por su cuenta. Puedo notar los efectos:
•   Dolores de cabeza ocasionales, que se repiten poco a poco más a menudo
•   Una fatiga crónica que no parece desaparecer con el reposo, antes si lo hacía.
•   Problemas circulatorios, pesadez en las piernas, varices quizás.
•   Contracturas musculares en cuello, dorso y zona lumbar, que no ceden descansando.
•   Pérdida ocasional de memoria, que aumenta y me irrita al principio.
•   Dolores de estómago, problemas para hacer la digestión, estreñimiento.
•   Tics nerviosos.
•   Dificultad para dormir, o descansar.
•   Aumento de las adicciones, comida, bebida, tabaco.
•   Falta de concentración.
•   Pesimismo.
•   Sensación de fracaso
  FASE DE AGOTAMIENTO
         Llega un momento en que el cuerpo no puede continuar el esfuerzo, tras la resistencia continua, las energías se acaban, el equilibrio interno después de estar amenazado largo tiempo se rompe, el sistema inmune se ve afectado, la capacidad de resistir a los agentes patógenos de cualquier tipo disminuye y la enfermedad aparece, si el desgaste previo ha sido suficiente incluso la vida corre peligro, en caso contrario el cuerpo tras un descanso suficiente aún se recupera parcialmente aunque con secuelas derivadas del colapso sufrido; derrames cerebrales, hipertensión, úlceras, infarto, cáncer, infecciones, tienen la puerta abierta en un organismo debilitado.

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